El Señor de Mailin recibió, una vez más, a miles de fieles

El Señor de Mailin recibió, una vez más, a miles de fieles

La histórica Villa Mailin, el  Santuario y el Arbol Santo en particular, volvieron a ser el punto de encuentro de miles de devotos del Señor de los Milagros de Mailin que se llegaron desde distintos lugares del Santiago del Estero y provincias vecinas para dar gracia a la sagrada imagen en la denominada fiesta chica que se realiza anualmente en el mes de septiembre. 

Emotivas muestras de entrega y devoción se vivieron durante el fin de semana tanto en el templo como en el Árbol Histórico. Y el domigo, en la ceremonia central de la festividad, monseñor Vicente Bokalic, obispo de la Diócesis de Santiago del Estero, brindó un sentido mensaje para los peregrinos, al tiempo que elevó súplicas al Señor de los Milagros, pidiendo paz para el pueblo argentino, en medio de tanta incertidumbre.

“Señor de los Milagros de Mailín, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz”, rezó durante su homilía, el prelado.

Asimismo pidió a la Madre Santísima, “Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, con nuestros corazones libres del mal y de resentimientos, da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestro pueblo, ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado Señora y Madre nuestra”.

Monseñor Bokalic instó a los presentes a “agradecerle al Dios Padre Providente porque nos regaló esta Cruz milagrosa que nos convoca, atrae, renueva esperanzas, despierta sentimientos de profunda devoción, piedad y amor al Señor, Hijo de Dios y Hermano nuestro”.

“Con un corazón herido y al mismo tiempo esperanzado, volvemos ante su Presencia porque sabemos que junto a Él experimentamos al Dios Creador y Salvador, un Dios que nos ama entrañablemente. Un Dios que nos creó para Él: porque lejos de su Amor, nuestra vida pierde el rumbo, corre riesgos de vacíos que nos llevan a la angustia y desesperación en medio del trajinar cotidiano. Venimos a Mailín, porque necesitamos sentir su mirada llena de bondad y compasión que nos invita a volver a su Casa, necesitamos escuchar su Palabra que trae luz a nuestro espíritu y nos enseña el camino de la Vida”, reflexionó el obispo diocesano.

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